Hoy os voy a contar una historia verídica que da para una buena película.
Nos vamos a trasladar a los años 80, donde Internet no existía (era solo un embrión) y la comunicación global se realizaba a través de las llamadas de teléfono.
En aquel momento, no sé sabe cómo, una mujer consiguió un listín telefónico de algunas de las personalidades más importantes de Hollywood de por aquel entonces, actores, productores, presentadores, cantantes, etc.
Esta mujer se hacía llamar Miranda Grosvenor, aunque no era su verdadero nombre.
Miranda era una chica rubia, de piernas largas, una aplicada estudiante universitaria, adinerada y con predilección por conducir su Ferrari rojo.
¿Quién no se iba a enamorar de semejante belleza?
Ella hablaba a diario con gente como el guitarrista Sting, el cantante Bono o el reciente premio nobel Bob Dylan.
Otros días con actores de la talla de Robert de Niro o Richard Gere.
A veces, con deportistas como los tenistas Vitas Gerulaitis o Guillermo Vilas.
O si se le antojaba se ponía en contacto con todopoderosos productores como Michael Apted o Jack Haley Jr.
Todos acababan prendados de ella, tanto por su hermosa voz, como por su nivel intelectual.
Lo tenía todo; una voz sexy, un físico imponente, estudios, dinero, vamos, todos lo requisitos que cualquier hombre podría desear, pero todo ello no era más que una fantasía en la mente de alguien.
Su verdadero nombre era Whitney Walton y su vida distaba mucho de lo que solía contar.
Whitney era una trabajadora social en Baton Rouge (Luisiana): “Era una morena treintañera con sobrepeso y un lunar gigante en la mejilla”.
Su fama se volvió legendaria porque muchos la conocían (por teléfono) e incluso algunos se decepcionaron al saber que hablaba con otros hombres y que no estaba enamorada de ellos (el ego masculino).
Pero ¿Cómo conseguía hablar tanto con ellos?
Aparte de su cautivadora voz y su inteligencia, Whitney llegó a saber demasiado de los trapos sucios de la gente de Hollywood y no hay nada mejor que los cotilleos para enganchar a la gente.
Por ejemplo, si tú empiezas a hablar del cantante Bono y sabes algún trapo sucio de él, probablemente el otro famoso también sepa algún secreto sobre la misma persona.
Así era capaz de tejer una red de contactos, que le permitía expandir su información y ganarse la confianza de la gente pese a que ni la conocían, incluso muchas veces, cambiaba de nombre.
Con la excusa de que se había equivocado de teléfono, dejaba caer alguna curiosidad sobre algún famoso y ya tenía a su próxima víctima.
Es cierto, que alguna vez algunos de los famosos le enviaron regalos, pero su propósito no era estafar a nadie, según una de las grabaciones su propósito era “hacer que cualquier hombre del planeta se enamorase de ella”.
Y vaya si lo consiguió.
Con el tiempo, algunos de sus pretendientes intentaron quedar con ella, pero ella siempre ponía excusas.
Algunos lo consiguieron, pero se llevaron una decepción, al ver que no era la persona que decía ser.
La fantasía se desmoronaba, y sin ello, el juego perdía todo su atractivo.
Ella llegó incluso a enviar una foto de una chica rubia montada en un Ferrari, falsa evidentemente.
Su historia era tan jugosa, que en el año 2000 se iba a publicar un libro con las memorias de Whitney Walton.
Y Robert De Niro (uno de sus admiradores) se hizo con los derechos para rodar la película.
Pero, sin saber por qué, el libro no llegó a salir a la luz y por lo tanto, la película tampoco se produjo.
Una lástima la verdad, porque hubiese sido un gran film.
Sobre Whitney, decir que falleció el 24 de febrero de 2016 a los 74 años de edad.
Y ahora decidme, ¿Qué os aparecido la historia?
¿Os gustaría que se hiciese una película sobre ella?
En los comentarios puedes dejarnos tu opinión.